Quién esto escribe pide perdón por la ignorancia. Y de paso también al maestro Borges por parafrasearlo. Pero es así, debo disculparme por la ignorancia, aunque, y nadie lo tome a mal, me hago cargo sólo de la mía.
Esta cuestión del partido interrumpido por la lluvia, la final que Sarmiento le ganó reglamentariamente 4 a 1 a All Boys, desnudó que hace mucho no posaba la vista sobre el reglamento, más allá que el sentido común indicaba que el juego estaba acabado porque era Sarmiento el que atacaba cerrando el quinto.
No vamos ahora a transcribir el reglamento, engorroso sería y de paso el que tenga ganas bien podría ir a leer, para evitar estas situaciones. Lo cierto es que, letra de molde en mano la situación quedó clara.
Pero lo que como dirigente me preocupa, es cierto grado de ignorancia –no quiero ser duro con los calificativos en estos días de paz por el fin de año- de todos los que componemos “la familia” del sóftbol. Entre las propuestas que me puedo adjudicar –nada brillante por cierto- es la necesidad urgente de capacitar en nuestro medio a gente –nosotros mismos- que luego va a arbitrar (y jugar y managear) y se va a encontrar con cientos de alternativas previstas en un reglamento extenso y difícil, que todos conocemos en lo general pero muy pocos en su letra fina.
Si todos estuviéramos más capacitados, todos, no habría tanta polémica, discusión y debate en torno a situaciones de juego como las que vivimos. Y que muchas veces generan situaciones que van más allá de la bola final de un juego, porque no todos entienden que las cosas de ese tenor deben comenzar y finalizar en la cancha.
Lo cierto es que por ahora la iniciativa de capacitar árbitros, establecer pautas claras en cuanto a edades para asumir esa responsabilidad con capacidad y conocimiento, etc., no ha tenido mayor eco. Puede que algunas razones para no hacerlo sean valederas, pero mucho mayor es la necesidad de crecer dándose un baño de salud.
Héctor Esquisatti
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