Argentina al mundial

Argentina alcanzó esta noche, tras toda una jornada dramática, la clasificación para jugar el año próximo el mundial de Sudáfrica de juveniles al derrotar por 10 a 7 a República Dominicana, lo que además le valió para ocupar el quinto puesto del Panamericano que se juega en Bogotá.

La hazaña tuvo aristas de todo tipo, la mayoría teñidas de un toque de...
 dramatismo generado por lo que estaba en juego, que junto a otros condimentos han hecho que el que terminó sea un día inolvidable y marcado a fuego para siempre en la historia del sóftbol argentino.

Un marcador cambiante, los nervios atando a las lanzadoras y provocando errores defensivos de ambos lados y la lluvia, presente desde la madrugada y condicionante de toda la jornada, se fueron combinando para que todos sufriéramos a la par del puñado de chicas que, vistiendo la nacional, consiguieron hazañosamente el objetivo.

Un juego que terminó con ese marcador, como imaginarán, tuvo todo tipo de alternativas, pero Argentina fue la que mejor partido sacó de todas las situaciones aunque haya costado sangre, sudor y lágrimas. Es ahora difícil reconstruir el trámite, para eso hay que repasar bien los apuntes. Y eso poco importa a esta hora, donde la emoción supera a la razón.

A medio período del cierre del quinto, la lluvia obligó a parar el juego. Argentina estaba arriba pero todavía no era juego legal. La lucha también estuvo fuera de la cancha y tal vez el hecho de que los juegos decisivos de este Panamericano fueran a continuación ayudó a que la CONPASA tuviera paciencia.

La lluvia cayó sobre Bogotá desde la mañana y el juego, que iba por el mediodía, fue siendo postergado e incluso estuvo a punto de no ser jugado y decidida la posición por sistema. Eso dejaba sin mundial a Argentina y la gestión del jefe de equipo, Carlos de la Vega y del vicepresidente de la CAS y miembro de la Conpasa, Enrique Cacho Alcaraz, obligó a jugarlo en la cancha.

En tanto, las chicas sufrían el desgaste de la espera y las idas y venidas bajo un clima frío, casi hostil. A todo se sobrepusieron, incluidos sus propios nervios, más que comprensibles.

Para nuestro equipo, el juego empezó como si resultara una continuidad de los anteriores. Tras un turno de cada uno, apenas un sencillo (infield hit) anotado a Cañizo, varios ponches, un boleto y una golpeada.

Peñarroya empezó firme, pero en el segundo permitió primero un doble y luego un sencillo que se tradujeron en carrera, la que inauguró la pizarra. Después se asentó y hasta la baja del cuarto, cuando Spotorno trajo a Sciuto, ponchó a cuatro de las últimas cinco que enfrentó antes de los dos errores defensivos que ayudaron a su salida y en medio de ellos un sencillo. Esta combinación, traducida en dos carreras, fue su final, dejando una a bordo que luego, por errores consecutivos, marcó la cuarta. Julieta, entonces, lanzó tres entradas y un tercio, permitió cuatro carreras. Ponchó a 5, no cedió boletos y le dieron sólo 4 hits (un doble).

Con el sencillo colgado detrás de segunda de Britos, en el cuarto y que trajo a casa a Aranda y Gómez, terminó la faena de la lanzadora Dominicana que abrió el juego. Lo suyo fue por lo menos extraño, porque permitió 7 carreras, generadas por sólo 3 hits (de los sólo 4 que permitió). Claro, ayudó mucho con los tres boletos que otorgó ya que esas corredoras que puso en circulación pisaron la goma.

El otro dato saliente es que en sus tres episodios y dos tercios repartió 8 ponches, dos de ellos en el turno en que la grúa se la llevó. Los errores del resto de la defensa, que nunca figuran en la foja, hundieron su trabajo. Antes, en el mismo episodio, Gauna, que vino por Benaglia, negoció boleto y se equivocaron con una rola de Julieta. Tras dos ponches seguidos, Aranda cargó las bases con sencillo y otro error, ante bateo de Aldana motivó que Gauna concretara. Enseguida lo hicieron Peñarroya y Gómez completando la vuelta tras otro sencillo (el colgado, ya comentado) de Britos.

Sciuto vino al círculo y manejó la situación, con solvencia, hasta el último. Se fue con 5 ponches y tres boletos permitiendo 3 imparables, pero en el séptimo y después que Henderson saliera a conversar con ella, Spotorno regresó a Julieta, que no pudo evitar dos de descuento (10 a 7 final) antes de cerrar el juego y desatar la alegría contenida y el grito de desahogo que se desparramó por la noche Bogotá y tuvo amplio eco en todo nuestro país softbolero.

Es momento de festejo, de felicitar a jugadoras, al cuerpo técnico y a los dirigentes por el objetivo logrado y de relajarse un poco. Porque sufrimos, pero valió la pena.