La del sábado fue una noche especial para Ángel Yorgovan. Prolijamente engañado por su mujer, familiares y amigos más cercanos fue conducido hacia un puñado grande de emociones, las que se viven cuando se es “víctima” de una fiesta sorpresa.
Angelito, como todos lo conocemos desde que se inició en el sóftbol, cumplió el 29 de junio sus primeros 50 años y más de un centenar y medio de personas, muchos gente de sóftbol, entendieron que merecía el reconocimiento.
Ligado desde siempre al club All Boys, del que hoy es integrante de su CD, fue jugador, entrenador y dirigente, fue, es en realidad, todo lo que hay que ser para alcanzar los niveles de satisfacción y reconocimiento que recibió en esta noche que seguramente quedará entre sus tesoros más valiosos, esos que no se guardan en cajones o anaqueles, sino en el corazón.
Sus compañeros de hoy y muchos que compartieron camiseta y tiempo en épocas idas estuvieron para tributarle un cariño que se tradujo en pocas palabras y muchos abrazos y también en una plaqueta que dará cuenta en el futuro de esos instantes, felices.
Iniciado de muy chico, como uno más en un barrio de softbolistas, Ángel sigue, como en sus comienzos, pensando, respirando y transpirando sóftbol, una parte muy grande de su vida, pero muy grande. De manera que Mónica, su mujer, ya sabe bien lo que le espera en los próximos 50 años. Si hay actividad en Lento es de los primeros en anotarse, pero es como hacedor del semillero donde se torna notable su trabajo, apenas apuntalado por un grupo de padres y con los remos como única arma para ir hacia adelante.
Angelito, como todos lo conocemos desde que se inició en el sóftbol, cumplió el 29 de junio sus primeros 50 años y más de un centenar y medio de personas, muchos gente de sóftbol, entendieron que merecía el reconocimiento.
Ligado desde siempre al club All Boys, del que hoy es integrante de su CD, fue jugador, entrenador y dirigente, fue, es en realidad, todo lo que hay que ser para alcanzar los niveles de satisfacción y reconocimiento que recibió en esta noche que seguramente quedará entre sus tesoros más valiosos, esos que no se guardan en cajones o anaqueles, sino en el corazón.
Sus compañeros de hoy y muchos que compartieron camiseta y tiempo en épocas idas estuvieron para tributarle un cariño que se tradujo en pocas palabras y muchos abrazos y también en una plaqueta que dará cuenta en el futuro de esos instantes, felices.
Iniciado de muy chico, como uno más en un barrio de softbolistas, Ángel sigue, como en sus comienzos, pensando, respirando y transpirando sóftbol, una parte muy grande de su vida, pero muy grande. De manera que Mónica, su mujer, ya sabe bien lo que le espera en los próximos 50 años. Si hay actividad en Lento es de los primeros en anotarse, pero es como hacedor del semillero donde se torna notable su trabajo, apenas apuntalado por un grupo de padres y con los remos como única arma para ir hacia adelante.
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*** Caras emocionadas, una constante en toda la noche. De izq a der: Alfredo “Lelo” Pérez; Héctor “Loco” Esquisatti;
Angelito Yorgovan; José “Gallego” González.
En pocas líneas es difícil dejar plasmados casi 40 años de trayectoria, en los que seguro hubo de todo. Ya habrá tiempo para contar anécdotas jugosas y también dejar para las generaciones actuales y futuras alguna enseñanza. Ahora tal vez alcanza como una definición citar a Bertolt Bretch por aquello de que los imprescindibles son los que luchan toda la vida. Angelito es de esos.
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