El almanaque dice que se va el 2010 y el hábito al que no podemos escapar indica que es momento de trazar balances, de repasar lo hecho y, si se puede, orejear lo que viene. Y para no perder tiempo, el año que se marcha ha sido para el sóftbol pampeano bueno, o tal vez muy bueno si nos entusiasmamos un poco más, al punto que como decimos desde el título deseamos que el que se acerca sea por lo menos igual.
Sin quitar méritos a otros, este 2010 empezó en realidad con aquella asamblea de septiembre de 2009 cuando se constituyó la actual directiva, que tiene todavía mucho por hacer y varias asignaturas pendientes. Y se extendió hasta ahora en un período de crecimiento del que mucho tienen que ver los dirigentes pero también la disposición de casi todos de olvidar viejas disputas y suscribir la idea de la importancia y la necesidad de tener al otro al lado, más allá de los matices.
El año que se va arrancó con la aventura del sudamericano juvenil femenino, un éxito organizativo y de público y que, especialmente, dejó para la actividad domestica la fuerte inversión que se gestionó para poner al estadio “Arnaldo Gómez” en las mejores condiciones, aunque todavía no en las que siguen soñando hoy desde la FPS.
Siguió con una actividad local continua, que sumó equipos en primera y amplió la base. La Pampa participó de todos los campeonatos nacionales, tanto de selecciones como de equipos, con muy buenos resultados, incluido el título argentino logrado por All Boys en infantiles. La categoría superior es, sin dudas, la que mayor deuda tiene. En varones mayores, tanto a nivel selección como clubes, los resultados andan por debajo de lo que la historia marca. Tal vez es donde todavía hace falta insistir en que hay que dejar de lado esos resquemores y volver a sentir el primario gusto por dar todo con la camiseta del sóftbol pampeano.
La aparición de jugadores jóvenes y el crecimiento de otros le da un aire renovado a la actividad, que de a poco retoma aquella camaradería que reinaba y dejaba sólo en la cancha los choques deportivos.
La presencia de jugadores pampeanos en selecciones nacionales ha sido una constante. Fueron pocos, menos de los que por ahí subjetivamente creemos que deberíamos tener, pero muy buenos y decisivos en algunos resultados históricos para Argentina, como el medular aporte de Virginia Sciuto para que la celeste y blanca logre la clasificación para el mundial juvenil que se jugará en 2011 en Sudáfrica.
Quedan muchas materias pendientes, varias de ellas en los planes inmediatos de la FPS, que intentará este año seguir mejorando la infraestructura para el juego, el crecimiento de la base y la competencia local y apuntar también a la capacitación para, en todos los ámbitos, darle calidad al juego, los arbitrajes y la organización.
El 2011 arranca con todo. Torneos de nivel nacional en enero y febrero, un argentino de selecciones en abril y un internacional de primera en noviembre son ya íconos instalados, pero el mayor éxito será sin dudas “llenar” el resto de la actividad con más y mejores equipos, más y mejores árbitros y más y mejores dirigentes. Eso no depende sólo de un puñado, depende de todos.
Como decíamos, ojalá que el año que llega sea igual a este que se va, es decir que se siga en la curva ascendente del crecimiento. Hasta pronto y que se cumplan todos sus deseos.
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